miércoles, 17 de junio de 2009

LAS LOMAS DEL LÚCUMO: UN OASIS VERDE UNICO EN LA LIMA GRIS


La mayoría de limeños tenemos un motivo común (entre muchos otros) para renegar: la humedad. Aquella que nos lleva a afirmar exageradamente que el frío capitalino es casi siberiano, ocasiona justamente una avalancha de verdor en unas lomas que en verano lucen casi como el paisaje de un planeta sin vida. Es sorprendente percibir como todas las fuerzas de la naturaleza se confabulan para aprovechar cada molécula de agua. Conozcamos este destino a la vuelta de la esquina.

Este interesante ecosistema se haya en el centro poblado rural de Quebrada Verde en el pintoresco y conocido Pachacámac a 37 Km. al sur de Lima. Para llegar hasta este hermoso paraje debe tomar la Av. Paul Poblet, atravesar el pueblo de Pachacámac, cruzar el incipiente río Lurín y continuar un par de kilómetros más. A pocos minutos divisará las Lomas del Lúcumo que nacen en el amigable y pujante centro poblado de Quebrada Verde.

Estas lomas representan un tipo de ecosistema cada día más escaso en la zona costera del país. El verdor de las Lomas del Lúcumo dan fe de los incomparables mecanismos de la sabía naturaleza en su afán de sobreponerse a las más extremas situaciones. Las lomas esperan con ansía los días de junio para comenzar a poblarse del verdor que las caracteriza. A partir de agosto hasta noviembre las lomas ofrecen un festival de vida para los amantes de la naturaleza, de las caminatas y para los que poseen el afán de descubrir nuevas posibilidades de esparcimiento.

En la quebrada se identifican dos estaciones claramente diferenciadas con algunos meses de transición entre una y otra: la estación húmeda y la estación seca. La primera se inicia en junio y se prolonga hasta octubre. La segunda se inicia en enero hasta mayo. Pachacámac goza de un aliado muy importante: el mar. Es justamente en este, donde, a raíz del agua fría de la corriente de Humboldt, se origina la neblina (otra causante de improperios para muchos) que se desplaza hacía el continente. La altura y la ubicación de las lomas impiden que esta neblina se dirija tierra adentro y permiten que se apoderen de cada partícula de humedad.

Un recorrido entre piedras de singular forma y abundante verdor

Iniciamos el recorrido ante la despreocupada mirada de parsimoniosas vacas. Frente a nosotros se erige la imponente quebrada. El camino no presenta mayor dificultad y discurre casi en línea recta hasta que poco a poco va virando hacía la derecha para iniciar un ascenso un poco más prolongado. Si se pone atención, en los extremos de la quebrada observamos salpicadas formaciones rocosas de caprichosas formas. Todas ellas ofrecen una guarida perfecta para el caminante. Algunas de estas descomunales rocas parecen haber sido cortadas con algún propósito. Sus relieves son casi perfectos y simulan perfiles de extrañas coincidencias. Conforme avanzamos, el verdor se manifiesta con más ahínco. Destacan el tabaco silvestre, el mito (o papaya silvestre), la flor de Amancaes y otras plantas adaptadas a estas condiciones climáticas.

La naturaleza nos envuelve y nos invita a seguir el camino para descubrir otros encantos de las lomas. La neblina parece cubrirlo todo y se inmiscuye por doquier para felicidad de la flora y fauna del lugar. Tras un par de kilómetros divisamos un mirador y hacemos un alto para contemplar el lugar. Es realmente increíble que estemos a espaldas de Lima sumergidos en un brote de vida y calma.

Tras unos metros más se puede apreciar una antigua mina de la cual se extraía oro. La curiosidad nos obliga a incursionar cuales topos en esos reducidos espacios. Todo esto y más forman parte del atractivo del lugar. Seguimos subiendo y llegamos a un punto que permite apreciar los poblados que se encuentran tras las lomas con sus ruidos de combis, música y desorden citadino. El frío parece de cordillera y la neblina lo cubre ahora si, casi todo. Tanto así, que la vista a unos metros más allá, se limita únicamente a un manto uniforme de espesa niebla.

La fertilidad de las lomas

En este punto, la fertilidad de la quebrada alcanza su mayor plenitud y uno se siente como si estuviese en algún otro paraje muy lejos de la ciudad. Lamentablemente esto no es así y lo que sigue es el descenso hacía el punto de partida. Pero las atracciones de este recorrido aún no se terminan. En el tramo final presenciamos una imponente formación rocosa que sirve de guarida a cientos de murciélagos y que invita a los aficionados a escalar en roca (rapel) a hacer gala de sus cualidades.

En una roca a un par de kilómetros antes de concluir el circuito encontramos unas pinturas rupestres que evidencian una de las actividades de los antiguos pobladores de la zona: la caza. Un testimonio imborrable pese a los años. Seguimos descendiendo hasta llegar al centro poblado y dejar atrás las lomas. Han transcurrido cerca de tres horas. El tiempo se diluyó con la neblina. Todo parece tan cercano y reciente.

No podemos dejar de lado a algunos pobladores afortunados de la zona que se cruzan en nuestro camino burlándose de nosotros, henchidos de orgullo de su verde hábitat. Las aves más comunes son el cernícalo americano (Falco sparverius), la lechuza terrestre (Athene cunicularia), el pampero costeño (Geositta peruviana), el aguilucho común (Buteo polyosoma), el aguilucho grande (Geranoaetus melanoleucus), la tórtola cascabelita (Metriopelia ceciliae) y las golondrina Santa Rosita (Pygochelidon cyanoleuca). Algunos mamíferos habitan en la zona, tales como el zorro, la vizcacha, el zorrino y murciélagos.

La iniciativa del pueblo de Quebrada Verde

El impresionante mundo natural se adapta a través de los años a implementar y mejorar técnicas para su supervivencia y desarrollo. De un modo parecido, el centro poblado de Quebrada Verde con la ayuda de diversas ONG´s, viene implementando iniciativas de desarrollo para mejorar la calidad de vida de sus pobladores y asegurar una supervivencia digna y con un futuro alentador para las generaciones venideras. Un ejemplo claro es el manejo de este circuito ecoturístico, el cual busca generar una fuente de ingreso y desarrollo para los pobladores locales y preservar paralelamente el medio ambiente. Un binomio que puede ir perfectamente de la mano. Compruébelo usted mismo.

Visite las Lomas del Lúcumo y conozca de cerca este interesante ejemplo de participación ciudadana. Sea testigo de esta propuesta innovadora y proactiva en nuestro medio y déjese llevar por el encanto de la naturaleza en pleno, a tan pocos minutos de nuestra asfixiada capital.


Artículo publicado en el 2005.

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