sábado, 30 de diciembre de 2017

DE CANTOS Y DIALECTOS Y DE CEREBROS MÁS GRANDES EN LAS AVES CITADINAS

Obsesionado con terminar el año escribiendo algo, dado que la producción de artículos ha sido bastante pobre en estos doce meses, decidí inmiscuirme —otra vez— en el mundo de las aves. De un cerro de “papers” arrinconados en mi mesa, me incliné por el que leerán líneas abajo sobre dos aspectos importantes de la avifauna. ¿Y por qué escribir sobre esos dos puntos? No tengo la menor idea. Lo cierto es que ahí va. Y si bien este año que nos deja ha sido bastante “movido” en todos los aspectos (para bien o para mal), no perdamos la esperanza de que el 2018 sea mejor. Y si no es así, no se preocupen ni se depriman, en abril viene Radiohead, en junio, el Perú jugará en el mundial de fútbol en Rusia, en noviembre viene Roger Waters y en diciembre, Maya cumplirá cuatro años.      

Las aves son una caja de sorpresas. Así por ejemplo se ha determinado que algunas aves están a predisposición de los cantos de los de su misma especie, pero bajo determinadas condiciones. Algunos pájaros cantores tienen una marcada preferencia por los sonidos que emiten sus vecinos y cuando se trata de otros tonos ajenos a su localidad, se sienten confundidos e incluso no reconocen algunos cantos. Es como decir que a algunas aves solo les gusta la música local y que no disfrutan de éxitos internacionales.

Es sabido que el canto de las aves juega un rol muy importante al momento de buscar y encontrar una pareja para el apareamiento, con el fin de traer descendencia al mundo y asegurar la continuidad de la especie. Así, dentro de un mismo género se ha identificado diversos dialectos, es decir, diversas variaciones de un mismo canto con un marcado estilo según la localidad. La bióloga Elizabeth Derryberry de la Universidad Duke en Durham, Carolina del Norte en Estados Unidos ha establecido que algunas aves pref
ieren los cantos de sus congéneres locales para el momento del apareamiento. Esto influye en su conducta y en los niveles de reproducción.

Derryberry presentó los resultados de su investigación en la revista especializada “Biology Letters”:  (http://rsbl.royalsocietypublishing.org/content/early/2010/07/31/rsbl.2010.0519.abstract), en base a los estudios en una especie de gorrión originario de Estados Unidos (Zonotrichia leucophrys). En su investigación, la bióloga determinó qué tan exacto y con qué velocidad se dan las diferencias de canto entre poblaciones de diversas localidades. Los machos de este gorrión tienen una misma melodía sin ninguna variación de tono, es decir, cantan siempre lo mismo. Sin embargo, al investigar otras poblaciones se pudo determinar que los tonos siempre son constantes durante décadas, pero el tiempo y la frecuencia varían según las diferentes localidades.

La investigadora grabó diferentes cantos correspondientes a machos de diversas localidades y los repitió en otros lugares ajenos de donde provenían para identificar las reacciones de los otros machos. Para las investigaciones se utilizó cantos de poblaciones alejadas, aproximadamente cada 600 kilómetros, de poblaciones vecinas y de los cantos de su misma población. Adicionalmente, las aves fueron expuestas a grabaciones de sus mismas poblaciones hechas en los años 1970, 1978 y 1996. Se esperaba una reacción violenta de las aves de cada localidad por defender su territorio ante una posible “presencia enemiga” manifestada a través de los cantos foráneos. Sin embargo, el resultado fue que los machos reaccionaron más ante la presencia de los cantos actuales de su propio territorio.

Zonotrichia leucophrys.
Ante los cantos antiguos de la misma zona y ante aquellos de poblaciones vecinas casi no hubo alguna respuesta. Frente a los cantos de las poblaciones de la misma especie alejadas 600 kilómetros, tampoco hubo respuesta. Lo que presume Derrybery es que los machos reaccionan en base a cuánto se diferencian los otros cantos de los propios. La divergencia en los cantos de las poblaciones vecinas en comparación con aquellas de hace 30 años de la misma población no es muy grande, por lo que de eso se deriva que solo hay un cambio con el transcurso del tiempo. Según Derriberry, “los cambios en los cantos se dan en un breve periodo de tiempo que implica de 12 a 14 generaciones en las aves”. Es decir, dichas modificaciones suceden entre 20 y 40 años.

Las aves citadinas tendrían un cerebro más grande que las aves de campo

Científicos daneses y españoles han publicado hace poco en el "Journal of the Royal Society Biology Letters" que, por lo menos en algunas especies de gorriones, aquellos ejemplares que viven en las ciudades, tienen un cerebro más desarrollado que sus congéneres del campo. Dicha afirmación la dieron después de haber estudiado a varios tipos de aves en 12 ciudades europeas y en sus correspondientes alrededores. Al parecer, tener un mayor cerebro proviene de las diversas adaptaciones a los riesgos y a los cambios a los cuales debe adaptarse el ave en las urbes. Al parecer, es más peligroso adaptarse y sobrevivir en la ciudad que en el campo. En el caso de un gorrión, ¿cuál es su medio natural? ¿A cuál debe adaptarse de tal manera que necesita “más” neuronas?

Los investigadores estiman que existiría la posibilidad de que en las ciudades habría una “presión” directa a la selección natural, lo que influenciaría en el desarrollo del tamaño del cerebro de las aves. Si bien para estos experimentos han sido utilizados gorriones en ciudades europeas y en sus alrededores, ya se estaría trabajando con otras aves y en otras regiones para ver si el patrón es general y si es que se da también en otros lugares. Las aves que anidan en las ciudades, por lo tanto, tendrían un cerebro algo más desarrollado que sus paisanos en el campo. Al parecer, hay más peligros y la situación es más compleja, lo que las obligaría a desarrollar más su masa gris.

En el caso de los humanos, ¿se podría afirmar lo mismo? ¿Tendía un citadino un cerebro más grande o desarrollado que el de un poblador rural? ¿Tiene que ver necesariamente el tamaño del cerebro con el desarrollo del mismo? ¿Qué aspecto marcaría la diferencia para afirmar que un cerebro es más desarrollado que el otro? Habrá que investigar más. Si incluimos dentro de los humanos citadinos a algunos políticos, farsantes de la ciencia, animalistas y otros seres similares que supuestamente habrían desarrollado una mayor masa cerebral que otros, esta teoría podría irse al tacho, pues es justamente lo contrario, su masa cerebral va en disminución en proporción a su procedencia. Ya se les llamará para que formen parte de un estudio al respecto.

Y regresando a las aves, me imagino rápidamente a un gorrión en medio de nuestra caótica ciudad luchando para sobrevivir en la selva de cemento, frente a aves exóticas invasoras, a gatos, ardillas, ratas y a la terquedad del humano en su afán destructor; y claro, la teoría tiene lógica. Habrá que esperar más resultados.

Diciembre 2017

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