domingo, 31 de diciembre de 2023

LES LUTHIERS Y ROGER WATERS: SE DESPIDEN DE LOS ESCENARIOS DOS GRANDES QUE ME ACOMPAÑAN DESDE QUE SOY UN SER PENSANTE, ES DECIR, DESDE QUE (CASI) SOY UN SER HUMANO

El martes 21 y el miércoles 29 de noviembre de 2023, en la horrible ciudad de Lima, asistí a dos conciertos que me han dejado con secuelas de efectos aún impredecibles. Y es que tras las presentaciones en vivo de Les Luthiers y Roger Waters, nunca más podremos ver en vivo a estos dos grandes exponentes musicales. Es por eso que no podía terminar el año y dejar de dedicarles unas líneas por las tantas horas de deleite musical que me han ofrecido. Cada vez que los vuelva a escuchar, recordaré esos dos conciertos y entraré en un trance difícil de explicar para los que no han quemado cerebro con ambos artistas. 

Empezaré por los Les Luthiers (LL). Todo empezó allá por el año 1988 o antes tal vez, cuando empecé a escuchar a estos argentinos. Lo primero que recuerdo con certeza es el haber estado en el departamento que teníamos en la avenida Petit Thouars, en San Isidro, Lima, cuando encima del camarote que usábamos mi hermano y yo, y en un “equipo” de doble casetera, marca Sanyo, escuchábamos sin parar a estos capos. Este gran descubrimiento musical se lo debemos a la excelente recomendación de mi tía Pitucha y de Jorge Sáez. 


Escuchar una y mil veces las mismas canciones podría parecer algo enfermizo y hasta preocupante. No obstante, además de aprenderme las canciones de memoria y de reír cada vez que escuchaba “La Tanda”, la “Cantata del adelantado Don Rodrigo Díaz de Carreras, de sus hazañas en tierras de Indias, de los singulares acontecimientos en que se vio envuelto y de cómo se desenvolvió”, “El rey enamorado” y por supuesto “Cartas de color”, con el inolvidable Yoghurtu Nghé y otros temas, cada vuelta al casete era un viaje interminable por escenarios ideados entre risas, ingenio, inteligencia e insólitos instrumentos.  


Imaginar todos los escenarios creados por los LL e intentar descifrar cómo se desenvolvían ante el público, era, en ese entonces ―a finales de los años ochenta y principios de los noventa del siglo pasado―, una labor fantasiosa, dado que solo podíamos escucharlos a través de casetes. No recuerdo saber, por aquellos años, cómo eran estos señores, ni cómo era su despliegue artístico en los escenarios. Escuchaba cómo el público se carcajeaba mientras no escuchaba nada, es decir, además actuaban y hacían miles de cosas que generaban estrepitosas y envidiables carcajadas. 


Los LL te hacían viajar por diversos escenarios mientras escuchabas sus delirantes y perfectamente logrados diálogos. De repente estabas en un estudio de televisión en Argentina para enterarte que “de cada diez personas que ven televisión, cinco son la mitad” y para intentar entender, entre otros, cómo es que la dactilografía puede ser parte de lo que se imparte en el programa “Cultura para todos” y cómo es que si es para toda la familia, debemos despertarnos o quedarnos despiertos hasta las tres de la mañana. 


O tal vez, estabas listo para hacer un viaje por el continente americano y poder disfrutar de los diferentes lugares a donde llegó Don Rodrigo Díaz de Carreras para conquistar a los pueblos originarios de esta parte del mundo, como es el caso de los Incas, en donde el intrépido hombre de aventuras hizo “hincapié”. Por otro lado, para gozar de las peripecias del rey enamorado, uno debía trasladarse a un castillo medieval europeo, para que, a través de un despistado juglar, el monarca pueda querer “satisfacer sus deseos, los más sublimes y los más perversos” con la inocente María. 


Sería muy difícil hacer una selección de las obras que más me gustan de los LL, pero intentaré nombrar por lo menos diez, en orden aleatorio: i) Romance del joven conde, la sirena y el pájaro cucú y la oveja, ii) La bella y graciosa moza, iii) Acto en Banania, iv) El rey enamorado, v) El sendero de Warren Sánchez, vi) El regreso del indio, vii) Cantata del adelantado Don Rodrigo Díaz de Carreras, de sus hazañas en tierras de Indias, de los singulares acontecimientos en que se vio envuelto y de cómo se desenvolvió, viii) La campana suonera, ix) Visita a la Universidad de Wildstone (¡abrí más la caliente!) y x) La payada de la vaca. 


Ojo, deben escuchar también la introducción de cada una de ellas. Para mí, los diálogos más delirantes son los de los números i) y iii). ¿Se imaginan estar en los ensayos de Les Luthiers? ¿Cómo así se les ocurre crear al compositor italiano Giovanni Corpocorto? ¿Cómo así crearon “Así hablaba Sali Baba” (Verdades hindudables)? Estos señores son unos malditos genios. 


Ya el año 2005, tras asistir a un concierto de los LL en Lima, intenté poner en letras (1) algunas impresiones de este. No obstante, como en esta ocasión, me quedó corto el tiempo y solo un texto para describir la grandeza de estos señores argentinos. Aquella vez disfruté ese concierto de una manera ya escandalosa. Lo disfruté tanto que me quise unir a la secta del hermano Warren Sánchez e ir al puesto instalado en el hall del teatro. Si desean irse contentos al cielo o al infierno y viajar por el infinito, acompañados con los cánticos del Cotolengo de Santa Eduviges, tras haber bajado el telón de la vida, no dejen de escucharlos. No se arrepentirán. Se los juro por San Ictícola de los Peces.


Finalmente, recuerden, no pierdan el tiempo en cosas innecesarias ni en discutir por cosas (ni con) inútiles porque, como nos lo explican con mucha sapiencia los LL: time is money, el tiempo es un maní.


Rogelio Aguas


Foto: Briana Angulo Riva.

Otro de los artistas que ha marcado mi insensible vida es el amigo Roger Waters (RW), ex bajista de Pink Floyd. Sin duda, este grupo británico, junto a Led Zeppelin, es uno de los que más me ha marcado musicalmente desde siempre. El primer disco que recuerdo haber escuchado de ellos, infinitas veces, es The Final Cut. Irónicamente, ese fue el último disco que grabaron juntos en 1983. No obstante, no hablaré ahora de Pink Floyd, pues no me alcanzaría las pocas horas que me quedan del año 2023 mientras escribo estas líneas. 


Tras ver los videos de Pink Floyd, siempre me llamó la atención la voz de RW y la manera cómo toca(ba) el bajo, tanto así que cuando intento simular e imaginarme que “toco” guitarra, en realidad hago mi teatro como si tocara el bajo. Y esto es porque me quedó desde muy chico el accionar del amigo Rogelio. Nuca podré, por ejemplo, olvidar esa “energía” que sentí en la ciudad de Pompeya, allá por el año 1997 o 1998 cuando visité su anfiteatro, en el cual, Pink Floyd grabó en vivo Ummagumma vol. 1. Escuchar repetidas veces “Careful with that axe, Eugene” e interiorizar la vocalización de RW y deleitarse con cómo interpretaba el bajo, me causó un “brain damage” irreversible. 


Foto: Briana Angulo Riva.

Al margen de las peleas entre RW y Pink Floyd, sobre todo con David Gilmour; y de su postura política, a la que se le suma un sinfín de críticas por un lado y loas por el otro, este británico es un referente musical, sin lugar a duda. Personalmente, RW me parece un excelente arreglista, compositor y un adelantado a su época; y últimamente, con su gira de despedida ha demostrado ser un alfil que no tiene nada que perder y que se va contra todo y todos los que, en su opinión, le valen madre. Admiro esa osadía, esa frescura, pero claro, no comparto necesariamente sus posturas en muchos aspectos, pero, no escribo por ello, ni intento ahondar en este tópico. Solo quiero plasmar la pena que me da saber que ya se despidió de los escenarios. 


Recuerdo que cuando hice un viaje desde Heidelberg, en Alemania, hacia Barcelona, escuchaba en un “walkman”, el concierto de The Wall, Live in Berlin. La canción que más me impactaba era “Mother”, interpretada por Sinead O'Connor. Recuerdo cómo deliraba con ese tema. También recuerdo como si fuera ayer, cuando bicicleteaba en Heildeberg, casi de madrugada con el sol apareciendo a todo dar, y escuchaba, a inicios de los años 90 del siglo pasado, uno de los discos como solista de RW: The Pros and Cons of Hitch Hiking. Mientras cruzaba el río Neckar por un puente en dirección a Neunheimer Feld, sentía que era inmortal. 


Años después, escuchaba casi sin parar el disco, para mí, mejor logrado por RW en su carrera como solista: Radio K.A.O.S. Se los recomiendo. Luego, pasé a escuchar otro gran disco del amigo Roger: Amused to Death, del cual, sobresale una canción que me agrada mucho: “Watching TV”. La voz y la composición de RW siempre han sido para mi inolvidables y su música no puede faltar en la lista de canciones que deberán sonar en mi velorio. Debido a Roger, el instrumento que algún día debo tocar es el bajo. Su presencia en sus canciones es para mí, un signo de vigor, braveza y de melodía musical inigualable. Sin el bajo, no somos nada. 


Foto: Briana Angulo Riva.

Del último disco de RW, hay tres canciones que son mis preferidas: “Déjà Vu”, “The Last Refugee” y “Wait For Her”. Escuchar la primera de ellas, en los dos últimos conciertos fue para mi apoteósico, sobre todo, en su penúltimo concierto, allá en el 2018, en el Estadio Monumental, cuando esa vez las coristas eran las dos magníficas chicas de Lucius (les recomiendo ese grupo). Ahora, con relación al último concierto de RW en Lima, en noviembre de 2023, debo decir que me gustó harto y me pareció un mega evento, pero más íntimo y potente me pareció el del año 2018.


Recordemos que RW ya había venido el año 2007 y su concierto en la explanada del Estadio Monumental del campeón del fútbol peruano, marcó un hito en el país. Ese año, ver volar el famoso chancho por los cielos, entre tanto humo de olores peculiares, fue un éxtasis de locura y desenfreno. Para mí, después de ese concierto, Lima se volvió una plaza interesante para este tipo de espectáculos. 


Sea como sea y dicho todo lo anterior, con respecto a RW, es una pena que ya no produzca más, aunque nada está dicho. Hablando de ello, les recomiendo la serie de canciones de Aguas que grabó durante la pandemia: Lockdown Sessions. En esas canciones están las capas de Lucius y todo el elenco con el que vino a Lima estas dos últimas veces. 

(1) https://mitambordehojalata.blogspot.com/2010/07/reir-es-tan-humano-y-veces-tan.html


Diciembre 2023




miércoles, 8 de noviembre de 2023

AHORA SÍ, A CONSERVAR LAS AVES PLAYERAS

 

El pasado miércoles 25 de octubre, el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (SERFOR) presentó el Plan Nacional de Conservación de las Aves Playeras en el Perú 2023 – 2032, documento que sienta las bases para poner en práctica diversas acciones destinadas a proteger a las aves playeras y los hábitats que usan. Muchas de las especies de este grupo de aves no son muy conocidas, no obstante, en su conjunto representan uno de los colectivos de seres alados silvestres más numeroso en el planeta.

Este importante documento de gestión ha sido esperado por muchos y por fin vio la luz. En este caso, se ha puesto bajo los reflectores a las aves playeras, un grupo de aves que no capta mucho la atención de los ciudadanos de a pie, dado que su presencia a veces pasa desapercibida. Sin embargo, estos seres alados son fascinantes. Además, es necesario saber que este grupo de aves está presente en todo el planeta y que muchas de las especies que lo conforman son migratorias y recorren miles de kilómetros entre los dos hemisferios.


Las aves playeras son generalmente especies que ocupan áreas abiertas —generalmente al borde de los cuerpos de agua— y pasan la mayor parte del tiempo buscando alimento y descansando en el suelo y no en árboles, rocas, ciudades u otros espacios. Estas aves pueden ser confundidas, en cuanto a sus características y al hábitat que usan, con las aves marinas, como, por ejemplo, los pelícanos, las gaviotas, piqueros y otras.

 

Pero acá lo importante es resaltar que las aves playeras, por ejemplo, no se alimentan de peces, es decir, no pescan como los piqueros o cormoranes, ni recorren grandes distancias sobre el mar o “flotan” en la superficie marina como los pelicanos.  

 

Y como se indica en el Plan, “Las aves playeras conforman uno de los grupos más diversos de la fauna silvestre. Los ornitólogos han reconocido a más de 215 especies de aves playeras agrupadas en más de 14 familias”. De estas, 81 se encontrarían a lo largo de América y 52 se reproducen en Norteamérica.

 

Asimismo, según el Plan, “(…) se entenderá como aves playeras a los miembros de las familias Charadriidae, Haematopodidae, Recurvirostridae, Burhinidae, Scolopacidae, Thinocoridae y Jacanidae pertenecientes al orden Charadriiformes que han sido reportados y se distribuyen habitualmente en el Perú (53 especies). De estos se conoce que 29 especies realizan una migración boreal y 24 se reproducen en el Perú”.

 

En el caso de estas aves, al mencionar que son playeras, surge otro tema que debe ser aclarado; y es el referido al uso del hábitat y al término “playa”. Y es que cuando hablamos de playas, se asume que nos encontramos a orillas del mar. No obstante, en cuánto a su distribución, estas aves también están presentes en la sierra y selva del Perú.

 

¿Y cómo así? El hecho es que podemos encontrar a estas aves en playas marinas, humedales costeros, humedales andinos (bofedales), lagunas altoandinas y en ríos y humedales amazónicos e incluso se puede registrar su presencia en pastizales, campos arados y tierras agrícolas inundadas (regadíos). Pero, las ubicamos siempre en las orillas de estos cuerpos de agua. Es decir, como se comentó, estas aves usan principalmente las playas y orillas para buscar su alimento, descansar y, cuando corresponde, anidar.

 

Entonces, debemos saber que en bofedales y lagunas altoandinas y en los ríos amazónicos también encontramos a estas aves. Para usar estos hábitats, estas aves están adaptadas. En su gran mayoría, tienen patas y dedos largos, posturas erguidas y picos extensos, con lo cual se les facilita la obtención de alimento. Generalmente, se alimentan de moluscos, crustáceos, poliquetos, gusanos marinos, así como de insectos.

Plan para todos

Ilustración del libro: Strand-und 
Sumpfvögel Europas 
einschliesslich Nordafrikas und
des Nahen Ostens, de 
Wolfang Makatsch

 

Tras entender la conceptualización del Plan, es tal vez oportuno postular lo siguiente: la puesta en marcha de este documento de gestión y todo lo que conlleva su ejecución pueden convertirse en una excelente oportunidad para educar a la población. En todos los planes y casi en todos los documentos de este tipo aparece casi siempre como un mandato dictatorial impulsar, promover, asegurar —o lo que fuese que suene bonito— “la educación ambiental como estrategia para contribuir a garantizar el éxito del plan”.

 

En este caso, si este Plan es comparado con los planes nacionales de conservación de la pava aliblanca, el oso andino, el suri, el tapir andino (sobre todo este), jaguar u otros, los objetos de conservación de estos últimos son muy “lejanos” y casi desconocidos para la ciudadanía. Con este Plan, el objeto de conservación, si bien como ya se dijo, es un tanto desconocido para muchos, este está a la vuelta de la esquina y en buena cantidad; y por supuesto, con más abundancia, entre los meses de noviembre y abril, que es cuando “recibimos” a las aves migratorias, principalmente del hemisferio norte.

 

Es decir, para contribuir al cumplimiento del Plan, se puede (o se debe) sumar al ciudadano de a pie para que sea pieza clave en su ejecución. La información ciudadana aporta bastante al cumplimiento de las tareas asignadas. Las personas interesadas pueden salir a ver aves, (lo cual calza con la reactivación económica), pueden contribuir a monitorear las poblaciones de estas aves, pueden brindar información sobre el estado de conservación de los espacios donde estas aves habitan y a donde llegan para recuperarse y alimentarse y otras acciones con las que aportan a lograr los objetivos planteados.

Ostrero americano.

 

Por ende, este Plan de conservación también es “la excusa” perfecta para promover la conservación de los hábitats de estas aves. Las playas en nuestro litoral marino, los humedales costeros y andinos, manglares, bofedales, ríos amazónicos y otros espacios que albergan a estas aves son también el objeto de conservación “encubierto” de este Plan. Sin estos espacios, las aves en cuestión no tendrían muchas posibilidades de mantener sus poblaciones en el tiempo.  

 

Y el Perú, para variar, ocupa un lugar privilegiado como lugar para la llegada y paso de estas aves en su ruta migratoria de ida y vuelta desde el hemisferio norte hasta esta parte del planeta. En nuestro territorio confluyen hasta dos de las tres rutas migratorias —casi siderales—que cubren estos seres alados en el continente americano. La ubicación geográfica del Perú y su consecuente diversidad de hábitats son factores que resaltan la importancia de que este Plan pueda ser cumplido.

 

Educación para todos

 

Al ser este Plan, bajo una mirada personal, la excusa perfecta para cristalizar esfuerzos ciudadanos a favor del patrimonio de fauna silvestre en el país, se puede aprovechar la oportunidad para acercar diversos conceptos al colectivo no científico o no especializado en estos menesteres. ¿Cuántos peruanos (y peruanas) saben qué son la CITES, la CMS, la CBD, la Convención RAMSAR o términos extraños como la Estrategia de Conservación de las Aves Playeras de la Ruta del Pacífico de las Américas (ECAPRPA)?

Ostrero brujillo.

 

¿Cuántos saben qué es la WHSRN, Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras? Seguramente, una ínfima parte de la población ha escuchado estos términos. Lo cierto es que, a través de un trabajo coordinado entre el Estado y la sociedad civil, es hora ya de pensar las mejores estrategias para que la distancia entre la “ciencia” y el accionar y entusiasmo ciudadano por la conservación “de la ecología” se acorte.

 

En crudo, creo que es más fácil —para la gran mayoría de personas— pensar en contribuir con la conservación de las aves playeras que con la de otras especies de fauna silvestre que tienen su plan de conservación nacional como el tapir andino (Tapirus pinchaque), la pava aliblanca (Penelope albipennis) o el suri (Rhea pennata). Esto, por que esas especies tienen rangos de distribución bastante restringidos, son difíciles de ver y no necesariamente son muy carismáticas.


Mis preferidas

Una de las aves playeras más peculiares es el alcaraván peruano o huerequeque (Burhinus superciliaris), un ave que destaca por sus ojos amarillos y patas largas. Está presente, de preferencia, en humedales costeros, en las zonas más secas e incluso es común en las ciudades. Mis otras dos aves playeras preferidas son el ostrero americano (Haematopus palliatus) y el ostero brujillo (Haematopus ater). Ambas especies aparecen en las playas costeras al atardecer y tienen un pico rojo bastante llamativo.

 

Huerequeque. 
Con ellas tres convivimos en las ciudades y en las playas costeras. Respetemos sus espacios (y por supuesto el de todas las demás especies) y aprendamos a convivir con ellas. Eso se llama coexistencia. Ya hablaremos de eso más adelante. Acuérdense de esa palabrita: coexistencia.

 

Mira la presentación del Plan acá:

https://www.facebook.com/SerforPeru/videos/3570534496536600

 

Y para descargar el Plan, ingresa al siguiente enlace:

https://www.gob.pe/institucion/serfor/informes-publicaciones/4764874-plan-nacional-de-conservacion-de-las-aves-playeras-en-el-peru-2023-2032

 

Las ilustraciones del huerequeque y de los dos ostreros han sido tomadas del libro: Aves de los humedales de la costa peruana, de Javier Barrio y Carlos Guillén (2014).

 

Noviembre 2023

viernes, 25 de agosto de 2023

¡HASTA SIEMPRE QUERIDO PEDRO!

 

Hoy, viernes 25 de agosto de 2023, se nos fue una gran persona, un maestro, un capo del manejo de la fauna silvestre que sin tapujos sustentaba que sí es posible gestionar la fauna silvestre desde un enfoque de uso regulado. Pedro Vásquez Ruesta nos dejó y con él se va una figura que, para los que estamos metidos en las marismas de la conservación de la flora y fauna silvestre, manejaba un discurso valiente, consecuente y, sobre todo, apasionado. El suyo era un apasionamiento que nacía del conocimiento y de la sabiduría, no de la pose ni de la fanfarronería, como la de muchos que ahora pregonan haber sido tocados por una sabiduría de dudoso proceder.  


Sin duda lo conocía. No recuerdo bien de dónde. De algunas charlas a las que fui, por referencias, por alguna razón que ahora no recuerdo, sabía de Pedro y de su quehacer. Cuando me tocó llevar el curso de “Manejo y Gestión de Áreas Naturales Protegidas  (ANP)” en la maestría que llevaba en la PUCP, debo reconocer que al principio sus ppt me parecían inacabables y densos, pero luego, tras entrar de lleno a los temas de gestión de fauna silvestre en las ANP, una puerta a otra dimensión me permitió entrar a ese mundo fascinante de estos espacios que tanto apreciamos los que estamos en este negocio de la conservación y que han demostrado que sí son efectivos para preservar lo que nos queda del patrimonio forestal y de fauna silvestre.


Una muestra de lo tanto que me impregnó el curso de Pedro es la seguidilla de artículos que escribí sobre las ANP en este blog y la asesoría que recibí de él para cristalizar el tema de mi tesis, la cual, al principio, como él me dijo, no debe solucionar todo el problema. Debe dejar algo para que los demás continúen con eso. Lo importante era (y es), según Pedro, marcar un camino, una pauta para poner el tema en agenda y asegurar que otros sigan por esa ruta. Ya luego, se convirtió en el asesor (oficial) de mi tesis. 


Recuerdo que en sus clases casi no tomaba notas, a diferencia de mis afanosos compañeritos, primero, porque sentía que estaba repasando algunos temas que ya sabía; segundo, porque estaba absorto escuchando lo que nos narraba Pedro; y tercero, porque casi nunca tomo notas (para eso están las compañeritas del salón). Los ppt de pedro eran gigantescos, pero al final los repasábamos de tal manera que las horas de clase se iban volando.  


Una vez se me ocurrió sentarme en primera fila. Y en medio de la clase, el sueño me venció y me metí un par de cabeceadas. Se me apagó el televisor de manera escandalosa y pese a que, asumo, reaccioné rápido e intenté en pocos nanosegundos regresar a un estado de atención hipnótico, estoy seguro de que Pedro se dio cuenta. No obstante, sé que Pedrito debe haber pasado por alto aquel acto de atrevido agotamiento que me hizo sentir que le había fallado.  


Me asombraba de Pedro el pundonor y la pasión con la que describía los temas que nos narraba en clase y cómo contaba sus anécdotas, con una naturalidad y pasión desenfrenada por lo que hacía. De él aprendí bastante. Y, sobre todo, entendí que no es necesario irse a los extremos para marcar una línea que permita aprovechar nuestra fauna silvestre para asegurar su conservación.


Después de haber llevado el curso, mi tema de tesis decantó en el Santuario Histórico Bosque de Pómac, gracias al invaluable apoyo que me dio Pedro para moldear un aparatoso bodoque de ideas con las que empecé a proyectar mi tesis. Ya una vez que Pedro me ayudó a pulir y moldear el Frankenstein que tenía en mi cerebro, iniciamos una serie de reuniones en su bunker del Centro de Datos para la Conservación en el campus de la Universidad Nacional Agraria La Molina. 

Sustentación en noviembre de 
2008.


Me citó unas cinco o seis veces casi de madrugada para discutir los avances y meterme presión para que avance. Recuerdo que llegaba casi al alba a su despacho y siempre me recibía con café y con la mejor actitud. Al final conversábamos del tiempo total de mi visita, 10% sobre mi tesis y 90% sobre diversos temas relacionados al manejo de la fauna silvestre. Los casos como los de la vicuña, las aves guaneras, el Coto de Caza El Angolo, el manejo de taricayas y decenas de tópicos similares predominaban en nuestras conversas.


Lo único que me preocupa —y que ahora debo confesar— es que Pedro me dio un libro para leer (no recuerdo el título) para que tome algunas ideas de ese manuscrito. Por alguna razón que no logro entender, no leí el libro y pospuse su lectura. En la última sesión de asesoría, se lo devolví y si bien no me hizo preguntas sobre el libro, sentí que sabía que no lo había leído; o tal vez no se dio cuenta. Sea como sea, siento que en ese aspecto le fallé. 

 

Las veces que estuve en el CDC con él para que me “asesore” salía casi a las 10 u 11 de la mañana y sentía que le estaba quitando el tiempo para que prepare sus clases o haga su trabajo. No obstante, Pedro nunca me hizo sentir eso. Es por eso por lo que valoro mucho el tiempo que le dedico a mi tesis y a mí, para aprehender kilos de conocimientos que valoraré por siempre.

 

A pocos días de sustentar mi tesis me dijo: “confía en tu instinto”. Me sentí casi como un aspirante a Jedi. Pedro me dijo también, “ya sabes más que todos sobre tu tema. Yo te voy a poner la pelota para que metas un par de golasos. Ya hemos repasado y discutido suficiente. Ahora tú eres el master, yo solo te asisto”.

 

Pedro Vásquez, yo, Martha Rodríguez y 
Ana Sabogal, mi jurado en la sustentación
de mi tesis.
 
El día de mi sustentación, pese a que me avisaron cuatro días antes de sustentar, me sentía bastante confiado, debido a lo que me había comentado Pedro, lo cual me dio calma y valentía. Y efectivamente, al momento de sustentar saqué mi espada láser dispuesto a luchar con todo para sacar mi maestría a flote. Y así fue, por eso estoy eternamente agradecido.


Ya después de estos sucesos, me he encontrado con Pedro varias veces. En ProNaturaleza lo vi muchas veces y siempre conversábamos sobre los temas que nos unen: el manejo de la fauna silvestre. Luego, me lo crucé cuando trabajé en el Ministerio del Ambiente y recientemente en el SERFOR, donde sigo trabajando.

 


La última discusión o una de las últimas se centró en por qué no debemos hablar de “tráfico de fauna silvestre”, sino de “comercio ilegal de fauna silvestre”. Al final siempre nos dábamos un abrazo y sentía que abrazaba a un amigo. No hemos sido íntimos ni muy cercanos, pero tú te das cuenta cuando una persona te aprecia y sabes cuando tú lo aprecias y le guardas afecto. Eso me pasaba con Pedro. Mi asesor se fue y me dejó una lección de vida que no olvido. Me hizo abrir mi mente hacía una percepción de lo que podemos hacer con nuestra flora y fauna silvestre bajo parámetros de sostenibilidad, inteligencia y sobre todo con pasión.


Su mirada siempre sonriente, sarcástica y su tono de voz paternal y amigable me hacen regodearme de orgullo de haber sido uno de sus asesorados. Pedro, si bien siento que te fallé dos veces: me quedé dormido en tu clase y no leí el libro que me recomendaste para mi tesis, espero que hayas podido pasar por alto esos actos de este simple mortal. Descansa en paz querido Pedro. Te vamos a extrañar.

 

 
Agosto 2023 

jueves, 22 de diciembre de 2022

LAS ISLAS GALÁPAGOS: UN PARAÍSO TERRENAL DIFÍCIL DE OLVIDAR (I)

Hace unas semanas, acompañé, junto a mi hermano, al Dr. Hans Langewiese a un viaje a las Islas Galápagos. Sin duda, el destino elegido es un lugar impresionante que todo amante de la naturaleza debe visitar. Caminar, bucear, andar en bicicleta, comer una pizza, pajarear, disfrutar del mar o simplemente ver el horizonte en ese archipiélago ecuatoriano es una experiencia magnífica e inolvidable. 

Salimos de Lima rumbo a Guayaquil. Nos alojamos en un hotel de dudosa reputación en un barrio algo movido de esta interesante ciudad ecuatoriana. No obstante, no hubo ningún incidente que reportar tras una noche sosegada caminando por el malecón a orillas del río Guayas. Al día siguiente salimos en la mañana para las islas Galápagos, justo un día antes de que la selección ecuatoriana enfrente al equipo de Senegal por el mundial de fútbol. Los polos amarillos de la selección abundaban por doquier y el ánimo futbolero se respiraba en cada esquina*. 

Enrique Angulo (EA): Dr. Langewiese, ¿qué espera de este viaje a las Islas Galápagos?

Hans Langewiese (HL): En realidad, espero poder entender por qué estas islas fueron el laboratorio del amigo Charles Darwin, ya que, como se sabe, el científico inglés recogió de las Galápagos los ingredientes para cocinar su teoría de la evolución. También espero por supuesto ver la mayor cantidad posible de fauna silvestre, conocer lo más que se pueda de estos territorios y como dicen ustedes “vacilar harto”.

Fernando Angulo (FA): ¿Cuál es la ruta que seguiremos? 

HL: Bueno, saldremos de Guayaquil en avión hacia la isla San Cristóbal y aterrizaremos en el aeropuerto del puerto Baquerizo Moreno. Desde ahí empieza la aventura. Luego iremos a la isla Santa Cruz, al puerto Ayora; y de ahí, nos iremos a la isla Isabela, la más grande del archipiélago, para quedarnos en puerto Villamil. Ya desde este último punto, regresaremos a San Cristóbal para tomar el avión y regresar a Lima, vía Guayaquil. 


A propósito, me quedé asombrado y debo reconocer que no sabía que en el archipiélago existen dos aeropuertos; el de la isla San Cristóbal y el otro, el aeropuerto Seymour, que está ubicado en la isla Baltra, ubicada a unos pocos kilómetros al norte de la isla Santa Cruz. Aterrizas y debes tomar un ferry para llegar a esta última isla. 

FA: Acabamos de aterrizar en la isla San Cristóbal, ¿cuáles son sus primeras impresiones?

HL: De arranque, no esperaba sentirme casi como en Piura, Tumbes o Lambayeque. El ecosistema predominante en tierra firme es similar al del bosque seco tropical estacionalmente seco del noroeste peruano. Me asombra además ver un ambiente bastante limpio, calmado, seco (aún no empiezan las lluvias), con poco sol (mejor, así podemos caminar sin un sol abrasador) y un clima, en general, templado y agradable. 

Ojo, un tema que es necesario saber: para entrar a las islas debes pagar 50$ en el aeropuerto de Guayaquil y 20$ en el aeropuerto de San Cristóbal. Asimismo, para usar cada uno de los puertos debes pagar “one dollar” al ab
ordar y desembarcar de cada bote que uses para ir de isla a isla; y a ello le debes sumar “one dollar” más por el uso del taxi acuático para ir del muelle a cada embarcación”. Ya saben, lleven hartos dólares.

EA: Llevamos ya toda una tarde en las Galápagos. Nos hemos dado cuenta de un detalle interesante, no hemos visto a ninguna ave carroñera. Asumimos que en todo el archipiélago pasa lo mismo. ¿A qué se debe?

HL: Es cierto, no hemos visto aún a alguna ave de la familia Cathartidae. Es extraño, pero también, el hecho reviste cierta lógica. En primer lugar, en las islas no existiría una gran cantidad de especies biológicas ni de individuos, en comparación con el continente, por lo que no habría muchos cadáveres que “comer”. Además, ya existe una legión de animales carroñeros en la isla, tanto en la zona costera como tierra adentro. 

Entre estos animales que cumplen este rol fundamental en el ecosistema, tenemos a las iguanas y tortugas terrestres, a los cangrejos (Grapsus grapsus), arañas de mar, al gavilán de las Galápagos (Buteo galapagoensis) —ave que finalmente no pudimos ver por más que la buscamos en varios lugares— y a algunas gaviotas oportunistas. Es resaltante notar que las playas lucen bastante limpias, tanto de residuos sólidos de origen antrópico, como de restos de animales muertos. También debemos recordar que estamos dentro del Parque Nacional Galápagos que cubre casi el 97% del territorio terrestre de este archipiélago y que existe un trabajo continuo de vigilancia y monitoreo de estos espacios naturales. 

Tras haber llegado a San Cristóbal, nos fuimos al Centro de Interpretación Ambiental Gianni Arismendy, ubicado a unos pocos minutos caminando del puerto. Al recorrer este espacio y las playas aledañas notamos que los famosos pinzones de Darwin pululan por doquier y sin ningún temor al ser humano. Algunos individuos ya se pasan de confianzudos. Dentro de mi pensaba “Darwin la tuvo fácil con estos pinzones”. Ya luego hablaremos al respecto. 

FA: En estos días que estamos recorriendo estos fabulosos espacios, es notorio cómo los animales silvestres casi ni se inmutan ante la presencia humana. Es asombroso ver cómo los leones y lobos marinos, las iguanas, los pinzones y otras aves marinas no se sienten perturbadas por la presencia humana. ¿A qué se debería eso?

HL: Tal situación tendría la siguiente explicación: estas islas fueron descubiertas en el año 1535, por el Fray Tómas de Berlanga, cuando, de manera casual, terminó varado, en una de sus playas. El religioso español y obispo de Panamá se dirigía al Perú desde España por orden de Carlos V, pero las corrientes marinas ocasionaron que llegue a las Galápagos. Luego de aquel suceso, el religioso informó a la corona española de la gran riqueza y de la abundancia de las pacíficas y enormes tortugas terrestres en estos territorios inexplorados y sin seres humanos.

Seguidamente, en el año 1546, el capitán español Diego Rivadeneira visitó el archipiélago y le puso de nombre: “Islas Encantadas” porque las divisó cubiertas de nubes y pensaba que estas “flotaban” en el agua. Además, su acceso era difícil por las corrientes marinas, lo que les daba cierto toque de misterio. Ya luego, estas islas fueron un punto de parada para piratas y cazadores de ballenas ingleses, quienes se dedicaban también a cazar a las tortugas terrestres, principalmente por su carne y grasa. 

Hasta ese entonces, no había una población humana estable en las islas. Es decir, la fauna silvestre no fue depredada (o mal usada) por el hombre hasta su “descubrimiento”. Ya luego, para variar, el ser humano casi aniquiló a las tortugas terrestres, no obstante, “dejó en paz” a las demás especies silvestres. Por eso, estas estarían acostumbradas a tolerar la presencia humana, pue no ven al hombre como amenaza. Adicionalmente, me parece que se ha seguido una buena campaña de sensibilización interna para que los pobladores locales aprendan a convivir de manera pacífica con la fauna silvestre. Ambos “bandos” se benefician de ello. Además, debemos tener en cuenta que la principal actividad económica del poblador de este archipiélago es el turismo de naturaleza.

En resumen, las islas han convivido muy poco tiempo el hombre, el cual, en un inicio, solo “le puso la puntería” a las tortugas terrestres. Todo lo demás, no fue motivo de depredación, por lo que siguió su rumbo con normalidad. 

EA: Dr. Langewiese, ¿cómo explicar el hecho de que en estas islas se cultive café? ¿Se imaginó que esto era posible?

HL: En realidad me quedé sorprendido de que en las Galápagos se cultive café. No me lo esperaba realmente. No obstante, a pesar de que probé el café y me pareció de mediana calidad, me parece fabuloso constatar este hecho. Hemos visto cafetales en las islas San Cristóbal e Isabela en áreas que de ninguna forma pensaría que hubiese encontrado en estas islas. 

La humedad, la altitud y diversos factores geográficos hacen posible que se pueda cultivar una serie de productos agrícolas que permiten que estas islas se desarrollen y abastezcan sin depender mucho del continente. A ello se le debe sumar la pesca y la ganadería como actividades adicionales que sustentan la alimentación humana en estos fabulosos espacios. Claro, muchas cosas llegan del continente, incluso del Perú, como unas galletas que compramos en la isla Isabela. 

En este “pequeño espacio” se da una fascinante conjunción de abundancia natural, de endemismos, de vida silvestre que está dispuesta a sobrevivir a los embistes del ser humano y de misterios aún por resolver. Es fabuloso visitar estas islas de origen volcánico que albergan a poco más de 25 000 habitantes, según el censo realizado por el Estado ecuatoriano en el año 2015. 

Alentando a Ecuador. Foto: Fernando Angulo.
Y si bien el archipiélago tiene una extensión de 8010 kilómetros cuadrados —lo cual en una primera impresión no es mucho pues estaríamos hablando de 801 000 hectáreas (lo que equivale casi a tres veces la extensión de la provincia de Lima)—, en estas tierras existe magia, una magia que nos hace pensar que el tiempo no ha pasado por estas islas; y que estaríamos en un espacio que tuvo un destino distinto a otros lugares en el planeta. ¿Respondí a la pregunta?

En la siguiente entrega, el Dr. Langewiese ahondará un poco más sobre la flora y fauna silvestre presentes y sobre otros detalles de este archipiélago que fue nombrado en el año
1984 Reserva de Biosfera Archipiélago de Colón – Galápagos. 

    * Nota del editor: Pese a que el día del partido entre Ecuador y Senegal, esta pequeña comitiva alentó rabiosamente al equipo ecuatoriano en un pequeño local, cerca de la playa de puerto El Chino, en el poblado de San José de Cerro Verde, en la isla San Cristóbal, los ecuatorianos se quedaron ese día fuera del Mundial. Nuestro aliento, creo yo, fue más por la emoción de estar en ese espacio que por algún tema de solidaridad regional. 


    Diciembre 2022

    sábado, 30 de julio de 2022

    SIN CIENCIA NO HAY PARAÍSO

    Gráfico 1. 
    ¿Extraña situación? 
    ¿Por qué sería extraña?
    Va el segundo intento. Me demoré más de la cuenta en escribir estas cortas líneas que debían responder a la siguiente pregunta: ¿Por qué es necesario evitar distorsiones en la divulgación de información científica? Al final, no sé si logré responder lo que el “profe” nos encargó. Lo que sí sé es que pude presentar el trabajo a pocos minutos de la hora pactada y desesperado por retomar la serie Peaky Blinders. Espero que la nota que vaya a recibir refleje las horas de dedicación y esfuerzo que usé para entremezclar la escritura, con la vida de los Shelby y las aventuras de mi mentor Charlie Harper.

    Si consultamos la página web del diccionario de la lengua española de la Real Academia Española (RAE) para saber qué significa la palabra distorsión[1] encontramos las siguientes definiciones: (…)

    2. f. Deformación de imágenes, sonidos, señales, etc., producida en su transmisión o reproducción.

    3. f. Acción de torcer o desequilibrar la disposición de figuras en general o de elementos artísticos, o de presentar o interpretar hechos, intenciones, etc., deformándolos de modo intencionado.

    Así, asumiendo que, en el caso de la información, la distorsión se refiere a la deformación de esta, producida en su transmisión o reproducción, lo que a su vez desequilibra la disposición de la misma, de tal manera que esta sea presentada para que los hechos sean interpretados de una manera intencionada, es decir, se “acomoda” la información adrede para que el receptor la entienda de una manera tal que beneficie a algunos, oculte algo o busque incidir en algún tema específico, estamos frente a un (gran) problema.

    En especial, frente al gran “público de a pie”, dado que, en el caso de que se trate de información científica para la toma de decisiones o cambio de actitud frente a algún problema y dado que no necesariamente este público tiene un conocimiento previo del tema, se puede inducir a un error de percepción o de interpretación de manera intencionada o por desconocimiento completo del tema.

    En el primer caso, es decir, cuando se desea que el público reciba la información “deformada” para apañar algo, ocultar una verdad, desviar la mirada o por alguna otra razón, deben saltar las alarmas. Eso no debería suceder. Ahora, si el que divulga actúa y suelta información sin saber realmente de qué se trata o lanza teorías que se basan en meros supuestos no probados, es también otro problema que debemos evitar.

    Debemos diferenciar también que no es lo mismo actuar por desconocimiento que actuar con un conocimiento previo, el mismo que puede estar errado o que puede haber sido adquirido mediante algún canal, pero con información alterada, errónea o manipulada con fines determinados, no todos para algo bueno. Por eso, informar a un público masivo implica tener cierta responsabilidad para con el destinatario.

    Es preciso también diferenciar entre datos, información, conocimiento y sabiduría. Y es que a veces se suele entremezclar los significados y se puede prestar a la confusión el uso de estos términos sin tener clara la diferencia y el alcance. Partamos de los datos como “materia prima” para formar o entregar información. Es decir, solo con datos que a veces parecen inconexos, dispersos, innecesarios e incluso abundantes, no podemos hacer mucho o no nos ofrecen lo que realmente queremos o debemos saber. Un grupo de datos sin conexión lógica, sin un contexto definido y sin haber sido constatados, ordenados, sistematizados y presentados de manera ordenada, no tienen mucho impacto.

    Y si los datos, así sean exactos o inexactos, falsos o verdaderos, comprobados o no, son cohesionados intencionalmente para formar un conocimiento sobre algo, podríamos afirmar que ese conocimiento ya está distorsionado. Por lo tanto, es importante contar con datos e información científica que soporten un análisis para comprobar su validez y que estos estén prestos a poder ser comprobados.

    Al momento, de presentar la información surge otra variante la subjetividad. Afirmar que existe la objetividad en el manejo y presentación de la información, dista de ser cierto. Siempre existe o se presenta una carga subjetiva en la información que se ofrece al emisor. Ya sea, también, por desconocimiento o de manera intencionada, la subjetividad puede influir de manera significativa en el impacto que genere la información que se difunda; esto, ya sea para bien o para mal. Si hablamos de información científica, deberíamos asumir que esta es objetiva. No obstante, los resultados, al momento de ser presentados, pueden recibir una carga subjetiva, para bien o para mal.

    Por eso, es necesario combatir la falta de información científica sobre, por ejemplo, la gestión sostenible del patrimonio forestal y de fauna silvestre, de tal manera que el público objetivo tome mayor conciencia sobre algunos de los problemas que se tiene como el comercio ilegal de especies silvestres, la introducción de especies exóticas invasoras, manejo ilegal, entre otros. De esta forma, mediante el conocimiento, el entendimiento y la interiorización del problema, se puede tomar mejores decisiones.

    Divulgar el conocimiento científico contribuye a persuadir a un público determinado, en este caso a la ciudadanía en general, a que realice acciones específicas, dentro de un marco conceptual acorde con la normativa y las buenas prácticas. En ese entendido, para buscar efectos en el público objetivo, se requiere elaborar mensajes en base a información científica y técnica, consensuada y procesada, de tal manera que sea fácil de asimilar. Así, lo que se pretende es que la divulgación científica se convierta en una herramienta más de gestión que esté orientada a conocer el rol y el valor de nuestro patrimonio natural y de generar políticas y conductas que permitan asegurar su conservación.

    Evitar la distorsión

    En base a lo anterior y a una noticia aparecida el jueves 23 de junio de 2022 en Pimentel, Lambayeque (Ver Gráfico 1) es necesario aclarar por qué es necesario evitar la distorsión de los mensajes que se difunde a través de los medios de comunicación. En este caso, se difunde información y por desconocimiento se puede crear una situación alarmista que podría originar que se tenga una falsa percepción de lo que realmente en nuestro entorno natural. Vamos por partes. En primer lugar, el ave que se muestra es un ejemplar joven de, presuntamente, de piquero peruano (Sula variegata). Es joven por el color del plumaje y del pico.

    Gráfico 2. Gestión del conocimiento.

    El ejemplar de la foto, en su condición de juvenil, debe iniciarse en el arte de cazar (en este caso) pescar, para lo cual, como es típico de esta y otras especies de aves marinas, debe lanzarse en picada al mar para obtener peces. En esos intentos, varios especímenes juveniles fallan, ya sea por inexperiencia, por condiciones ambientales adversas (vientos, oleaje) y no calculan bien el ángulo de impacto y pueden romperse un ala o tener graves lesiones. Es decir, muchos de ellos “no pasan la prueba” y terminan varando en las orillas de la costa peruana; y finalmente, muchos de ellos mueren.

    De esta forma, la selección natural y el ciclo de la vida y muerte se manifiestan claramente. Los individuos más débiles y no aptos mueren y sirven de alimento a otras especies como zorros y gallinazos. Ahora, esta situación es “normal” en toda la costa peruana, solo que —y he ahí uno de los problemas— se da en un lugar urbano, donde el hecho puede ser documentado. Adicionalmente, al ser presentada la información de tal forma que se presta a la especulación al adicionar la afirmación “extraña situación”, se difunde un mensaje que distorsiona lo que se quiere o debe informar.

    Y esto ¿por qué? Porque se podría empezar a sacar conclusiones, como por ejemplo que este caso es “masivo” (¿cuántos ejemplares deberían pasar por eso para ser calificado como tal?), es “anormal” (¿qué es lo normal?) y que se debería a presuntamente, el derrame de petróleo, a los pescadores, al “cambio climático” o a otros factores producidos por los humanos. No está descartado que esto último suceda, pero no existen pruebas ni una evaluación del caso.

    No obstante, ¿qué puede generar este tipo de publicaciones alarmistas? En principio, generan desinformación y alertan sobre presunciones no probadas. Esto hace que muchos ciudadanos acudan rápidamente a las autoridades para que tomen cartas en el asunto y “atrapen” a los culpables o esclarezcan los hechos, cuando a veces ni las mismas autoridades entienden los hechos. Por otro lado, se les exige a las autoridades que rescaten a las aves y que las “curen” para que regresen a su hábitat natural, “como corresponde”.

    Acá viene otro problema, de ser el caso que las autoridades rescaten a estas aves y que además estas puedan ser recuperadas, es poco probable que pueda regresar a su hábitat natural por ser juveniles inexpertos. Liberarlos después de un tiempo, si es que realmente están sanas y sin enfermedades, virus o bacterias que podrían infectar a poblaciones naturales, podría ser un problema. Primero porque tal vez ya no puedan pescar y segundo porque podrían ser transmisores de enfermedades. A veces, es mejor dejar que las cosas discurran y que la “naturaleza haga lo suyo”, es decir, si estas aves, deben morir, que lo hagan, es parte, aunque suene contradictorio, de la vida.
    Para saber que este es un problema, 
    debemos saber por qué lo es. 

    En conclusión, no es recomendable difundir información relacionada, en este caso, a la fauna silvestre, sin verificar qué es lo que realmente sucede y especular al respecto. Ello conlleva a posibles interpretaciones falsas o infundadas que, extrapoladas o llevadas a otros campos, pueden ser perjudiciales o tener efectos negativos, contrarios a los que realmente se habría buscado. Sin duda, distorsionar la información, con o sin intención es un riesgo que debemos evitar.

    ¿Información 1 + información 2 = conocimiento?

    Hace ya varios años escribí un artículo para mi blog Mi Tambor de Hojalata titulado “¿Es toda forma de conocimiento, conocimiento científico?[2], en donde figura que “en el discurso científico no se encuentra definiciones concretas y reconocidas para el concepto de conocimiento. En este campo encontramos diversas definiciones que suenan similares entre sí, pero en donde cada una depende del punto de referencia desde donde se plantee. Una pequeña reflexión sobre las diversas perspectivas del conocimiento nos puede llevar a tres puntos en común de todo tipo de conocimiento:

    i. El conocimiento se basa y se sustenta en información.

    ii. Esta información debe estar referida a situaciones entrelazadas entre sí y a su vez debe concordar con la realidad. Debe de haber coherencia.

    iii. Además de la concordancia en la información, el conocimiento debe estar en concordancia con las condiciones palpantes de nuestro entorno”.

    En base a los tres items y a lo expuesto en el Gráfico 2, la información no debería presentar una distorsión o en todo caso se debería evitar que esto se dé. Si la información es distorsionada, su posterior emisión y asimilación nos puede llevar por caminos no deseados, sobre todo si nos importa promover la gestión del conocimiento para una mejor toma de decisiones y construcción de políticas públicas. Si la información es errónea o mal presentada, el conocimiento ya se ve alterado.

    Por lo tanto, dado que estamos ante la necesidad de promover la divulgación científica, es necesario evitar la distorsión, para lo cual se debe verificar siempre las fuentes y no conformarse con lo que nos ofrecen los medios de comunicación. Es necesario también verificar siempre la certeza, actualidad y pertinencia de la información y evitar que nos sorprendan.

    Para informar, hay que saber de qué
    estamos hablando.
    En ese sentido, “¿Es toda forma de conocimiento, conocimiento científico? llegamos a una respuesta: NO. Si bien todo tipo de conocimiento es una dependencia entre las partes que lo conforman en donde aparecen dos términos que se relacionan, es decir el que observa (o conocedor) y el objeto por observar (o conocer), el conocimiento científico va más allá de la simple percepción y ahí radica la diferencia.

    No es lo mismo saber por ejemplo que un cuerpo al ser soltado “se cae al piso” que saber que esto se debe a la gravedad. El conocimiento que nos proporciona la realidad nos permite adaptarnos y sobrevivir en nuestro entorno. Asimismo, nos muestra de una manera simple todo lo que nos rodea. Sin embargo, es el conocimiento científico el que nos permite entender a cabalidad los diferentes fenómenos y hechos del entorno. Es a través de la ciencia que encontramos explicación a todo (o casi todo), y son las teorías e hipótesis que se van perfeccionando para intentar explicar cada vez mejor el mundo”.

    Por ende, si deseamos cambiar actitudes, ampliar el conocimiento y apuntar hacia la sabiduría, debemos partir de una base científica sólida, la misma que debe poder ser divulgada en un lenguaje adaptado al público objetivo sin caer en tecnicismos ni en un lenguaje muy sencillo y plano.

    En conclusión, en la materia que nos concierne, el conocimiento científico trasciende al conocimiento general o simple. Esto implica por lo tanto que la información que vamos a divulgar debe haber atravesado toda la dinámica del método científico y debe tener como valor agregado que, la información que se emita debe tener también cualidades para ser atractiva, amena y que genere o propicie la acción.

    Finalmente, lo que se desea es que la divulgación científica ayude a generar cambios mediante la valoración de, en este caso, nuestro patrimonio forestal y de fauna silvestre. Con información científica amena, entretenida y precisa, se puede generar las bases para que percibamos nuestro patrimonio natural de una manera tal que entendamos su importancia, sus amenazas, los beneficios que nos ofrecen y cómo podemos aportar a su gestión sostenible. Sin ciencia, no hay paraíso.

    Junio 2022


    [1] https://dle.rae.es/distorsi%C3%B3n?m=form

    [2] https://mitambordehojalata.blogspot.com/2010/10/es-toda-forma-de-conocimiento.html


    LES LUTHIERS Y ROGER WATERS: SE DESPIDEN DE LOS ESCENARIOS DOS GRANDES QUE ME ACOMPAÑAN DESDE QUE SOY UN SER PENSANTE, ES DECIR, DESDE QUE (CASI) SOY UN SER HUMANO

    El martes 21 y el miércoles 29 de noviembre de 2023, en la horrible ciudad de Lima, asistí a dos conciertos que me han dejado con secuelas d...